CORPORACION DIOCESANA

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La Granja Agroecológica de Versalles, es modelo productivo que a través de la siembra y cultivo de mora cumple con los lineamientos de la política de desarrollo económico del municipio en el sector agropecuario, al pretender promover el desarrollo sostenible y competitivo del sector. Se busca diversificar la oferta productiva, promover y fortalecer alianzas interinstitucionales y con el mercado, y brindar la oportunidad a un grupo de personas mayores y sus familias de disponer de un lugar donde desarrollar una actividad productiva.
Nombre de la organización solidaria
CORPORACION DIOCESANA PRO-COMUNIDAD CRISTIANA
¿A cuál modalidad corresponde su buena práctica?
Organizaciones solidarias pequeñas y medianas que realizan prácticas significativas de economía solidaria (bien pueden ser en la producción - distribución - finanzas y consumo)
Nombre organización que presenta la práctica:
CORPORACION DIOCESANA PRO-COMUNIDAD CRISTIANA
Describa la actividad económica y productos
La Granja Agroecológica de Versalles, es modelo productivo que a través de la siembra y cultivo de mora cumple con los lineamientos de la política de desarrollo económico del municipio en el sector agropecuario, al pretender promover el desarrollo sostenible y competitivo del sector. Se busca diversificar la oferta productiva, promover y fortalecer alianzas interinstitucionales y con el mercado, y brindar la oportunidad a un grupo de personas mayores y sus familias de disponer de un lugar donde desarrollar una actividad productiva. Desde finales del año 2012 y con el objetivo de reactivar la producción agrícola en el municipio y de desarrollar una estrategia de inclusión social de un grupo poblacional específico “Adultos Mayores”, se recibió por parte de la Administración Municipal un predio de 28 hectáreas, que dio vida al Proyecto Granja Agroecológica de Versalles, respaldado por la Corporación Diocesana y Fundación Saldarriaga Concha. La cobertura de este proyecto inicial llegó a 30 adultos mayores y a finales del 2013 se amplió a 45, como respuesta al éxito alcanzado con las acciones implementadas; a la apertura y vinculación continua de las entidades aliadas y a la disponibilidad de tierra existente en el predio. La actividad agrícola principal se dirigió al cultivo de mora y a hoy se cosechan además de ella, productos de pan coger (maíz, fríjol, yuca, arracacha, zapallo, pimentón, limón).
Impactos de la práctica
La reflexión colectiva de la gestión de este proyecto ha permitido identificar tanto buenas prácticas como lecciones aprendidas, dentro de un escenario de paz, armonía, inclusión, reconocimiento y recuperación del tejido social que redunda en pro de estar aportando a la transformación social del municipio, región y país. Buenas prácticas 1. Trabajar con el mismo grupo poblacional. Son adultos mayores con vocación agrícola, pero sin oportunidades en el mercado laboral local, pues la fuerza de trabajo demandada la constituyen las personas entre 20 y 45 años. Después de los 45 años su curva de producción empieza un descenso. Esto genera para ellos desatención, vulnerabilidad, falta de oportunidades, discriminación. Adicionalmente hay que decir que las experiencias de trabajo social con adultos mayores se han enfocado en acciones de recreación y cultura, pero son proporcionalmente pocas las experiencias en proyectos productivos con población mayor y de vocación agrícola. 2. Contar con un técnico experto en los cultivos. La experiencia con la que esta persona puede contribuir al proyecto redundará en beneficios y en probabilidades de éxito del proyecto. El técnico puede aportar conocimiento de diferentes métodos de enseñanza, y leer la realidad de las personas con las que trabajara, lo que le permitirá ajustar la metodología a usar a la realidad del contexto. 3. Alianzas con cooperantes comprometidos y con unas poblaciones y unos objetivos bien definidos. Los tres aliados que han participado en este proyecto además de compromiso, tienen un personal con un sentido de pertenencia y una calidad humana que redunda en beneficio del proyecto. La claridad en sus objetivos y las poblaciones foco permite dirigir las acciones que se realizan, de modo que se contribuya a cerrar brechas sociales. 4. Terrenos disponibles para concentración de población y distribución de los lotes de manera equitativa. Lo primero permite hacer seguimiento al grupo de manera constante y efectiva; además facilita la construcción de redes de apoyo entre ellos. La asignación de parcelas se hizo por rifa, esto impidió que se generaran inconformidades respecto a la manera como se habían distribuido. 5. Conformación de grupos de ahorro. Estos grupos permiten generar cultura de ahorro, así sea para ahorrar pequeñas cantidades de dinero, esto permitirá aumentar su calidad de vida y planear a largo plazo. Además, los ahorros se convertirán en el capital futuro para que los beneficiarios, una vez termine el trabajo de los aliados, puedan continuar el proyecto. 6. Conservar la metodología de formación “Aprender haciendo y enseñar mostrando”. Los procesos de enseñanza-aprendizaje convencionales (clases magistrales en el aula), no funcionan con este grupo de beneficiarios; para ellos es más efectivo mostrarles en campo como se hacen las cosas y los resultados que se generan (métodos de extensión rural ). 7. Ajustar el proyecto a la realidad de la región. En proyectos productivos agrícolas, lo primero que se debe hacer es una identificación de sistemas de producción regionales, los renglones productivos y la tecnología que se usa tradicionalmente en la región. Esta identificación permite proponer proyectos que aprovechen el conocimiento empírico que tienen los productores de la zona, y mejorarlo con la asesoría técnica que se ofrece. Adicionalmente, se debe hacer un “choque tecnológico”. Esto consiste en cruzar información de tecnología tradicional de la región y tecnología de punta que permita proponer una intermedia; que mejore la producción local. 8. Acompañamiento técnico y social. Esto permite complementar el trabajo que se hace con los beneficiarios, que también impacta sus familias. De hecho el trabajo que se haga en la parte social puede favorecer el logro de buenos resultados en la parte técnica; esto debido, en buena medida, al reconocimiento que de parte de la familia se genera por el trabajo del beneficiario y el fortalecimiento de sus vínculos. 9. Conformar comité técnico. Esta instancia permite evaluar los avances del proyecto respecto a los objetivos y establecer los ajustes que sea necesario realizar para mejorar los resultados. 10. Ejecutar el proyecto desde la Diócesis en cabeza de Monseñor Uribe, esto permite tener una cabeza visible que genera confianza. 11. Acercamiento desde el área social de Corporación Diocesana. Esta participación ha permitido generar espacios de intercambio entre los diferentes proyectos de la Corporación. 12. Socializar el proyecto con todas las entidades (y sus funcionarios) que tienen alguna participación en él. Eso genera identidad institucional con el proyecto y facilita procesos administrativos y de otra índole al interior de las organizaciones. 13. Motivar e incentivar el trabajo comunitario, a través de “Incentivos a la producción”. Cuando se trabaja con comunidades en situaciones muy precarias y en proyectos productivos en los cuales los ingresos no se reciben rápido, es necesario hacer un reconocimiento monetario a la labor que han desempeñado; esto, además de ayudar a resolver sus necesidades más urgentes, genera más compromiso con el proyecto. 14. Contar con un aliado comercial desde el principio del proyecto. Esto permite asegurar a quién se va a vender la producción, y los términos en los cuales se establece la relación comercial. Por ejemplo, si el comprador entre sus requerimientos tiene que compra solo a productores que implementan buenas prácticas agrícolas en su trabajo, el proyecto debe producir bajo esos estándares. 15. Aplicar el proyecto como modelo de desarrollo rural integral. No es suficiente cuando las iniciativas solo consideran apoyos puntuales y en un solo sentido, producción por ejemplo. Es necesario considerar formación, producción, transformación de pensamiento (acompañamiento social), comercialización y acompañamiento (técnico y social); que cree comunidad entorno a una causa, y que genere desarrollo humano integral. 16. Vincular las familias de los productores a los procesos de producción y fortalecimiento del tejido social comunitario, alrededor de un proceso productivo. Es importante que la familia conozca el proyecto y pueda apoyar al productor. 17. Vincular población con vocación agrícola. En el contexto de Versalles, la producción agrícola es una de sus más importantes actividades productivas; por tanto, era necesario contextualizar el proyecto a esa realidad. En términos generales, para cualquier proyecto productivo es necesario hacer una lectura del contexto, que permita identificar las necesidades y fortalezas de los potenciales beneficiarios; de manera que haya pertinencia en lo que se propone. 18. Evidenciar los testimonios a través de diferentes medios de comunicación. Divulgar los testimonios de los beneficiarios, además que permite difundir el proyecto y los logros alcanzados, genera en los productores orgullo y reconocimiento social. Además, permite transferir algunos aspectos técnicos del proyecto que pueden ser de utilidad para instituciones como Umata, Sena. 19. Modelo productivo y de comercialización asociativo. Sin que se conformen asociaciones de manera forzada, porque lo obliga el proyecto. La constitución de este tipo de agrupaciones es más una consecuencia de un proyecto, pues es a través del conocimiento que se genera en la ejecución del proyecto que se crean vínculos que pueden producir asociaciones. 3.2. Lecciones aprendidas 1. Convocatoria y preselección de beneficiarios con criterios claros. La lista inicial de los beneficiarios fue entregada por la administración municipal, por lo que no fue posible verificar (por parte de los aliados del proyecto) el cumplimiento de los criterios de selección establecidos. Para futuras ocasiones se sugiere hacer una evaluación social que permita comprobar las condiciones de los potenciales beneficiarios. 2. Alianza interinstitucional. Como este es un proyecto para el pueblo, sería muy importante contar con la participación de varias instituciones, como la iglesia, el hospital, instituciones educativas, etc; esto dejará capacidad en el pueblo para la continuidad del proyecto o para iniciativas similares. 3. Considerar equidad de género a la hora de seleccionar los beneficiarios. Es importante incluir a la mujer en estos tipos de iniciativas, no necesariamente en labores de campo, sino apoyando transformaciones pos-cosecha que agreguen valor al producto que se va a comercializar. 4. Generar compromiso por parte de las entidades públicas, aporte y corresponsabilidad. Pero sin que esto genere compromiso político. 5. Acompañamiento psicosocial desde el inicio del proyecto. El trabajo técnico debe tener un complemento social, esto permitirá identificar el origen de problemas que se van observando en los beneficiarios y fortalecer vínculos familiares y comunitarios. 6. Transferencia de tecnología del modelo aplicado a las entidades estatales. Los logros del proyecto deben compartirse con estas instituciones, de modo que puedan servir como punto de referencia para su trabajo en el país.
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